Monday, September 21, 2009

Aurora

Tigresa y gata eras al mismo tiempo.
Mi gatuna traviesa y mi fiera tigresa.
Amaba de tu cuerpo el movimiento
y de tu ingenio callejero la agudeza.

¡Por cierto eras bien terca y tan sentimental!
¡Cómo porfiabas por ridículas tonterías
que luego terminaban en algo emocional!
¡Cuantas veces te vi llorar por fruslerías!

Cenábamos en restaurantes suntuosos
gozando de sabrosos vinos y manjares.
Fue en uno de tus momentos caprichosos,
en medio de congojas abismales,

que narraste con pena de ilusiones rotas
la triste historia de tu azarosa vida.
Al hacerlo lloraste en medio de las copas
del vino añejo en la mesa florida.

Al derramar las lágrimas quebrandose tu voz
y la difusa luz suavizar tu belleza,
en un momento eterno tu juventud me habló
y mi gata-tigresa se convirtió en princesa.
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